Katherine
Mansfield
(Nueva Zelanda 1888-Francia 1923). Está considerada, junto con el
ruso Chejov, una de las mejores cuentistas de la literatura; como
consideración es subjetiva, desde luego, pero ahí están sus obras.
Sus cuentos carecen casi totalmente de acción, atrapan un momento y
la emoción a él asociada, son lentos, tranquilos, nimios... a sus
personajes no les ocurre prácticamente nada, salvo precisamente eso,
nada. Os dejo un fragmento de Felicidad.
"A
pesar de sus treinta años, Berta Young tenía momentos como éste de
ahora, en los que hubiera deseado correr en vez de andar; deslizarse
por los suelos relucientes de su casa, marcando pasos de danza; rodar
un aro; tirar alguna cosa al aire para volverla a coger, o quedarse
quieta y reír... simplemente por nada.
¿Qué puede hacer uno si,
aún contando treinta años, al volver la esquina de su calle le
domina de repente una sensación de felicidad..., de felicidad
plena..., como si de repente se hubiese tragado un trozo brillante
del sol crepuscular y éste le abrasara el pecho, lanzando una lluvia
de chispas por todo su cuerpo?
¿Es que no puede haber una forma
de manifestarlo sin parecer “beodo o trastornado”? La
civilización es una estupidez. ¿Para qué se nos ha dado un cuerpo,
si hemos de mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún
valioso Stradivarius?"
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